
Huele a pueblo
Huele a sandía la hierba recién segada
a semillas de mil flores
en la campiña colonial.
Huele a establos, de ganado esquilado
cardado vellón que viste cacique
de marca merina.
Huele a leña en el pueblo
chisporroteando en los hogares
un fuego llameando ritos
trazado rubicundo,
resistencia de trébedes
a quema-barro el puchero.
Huele a recuerdos,
a colchas de ganchillo y macramé
con huso artrítico
vista nublada en el encuadre artesanal.
A conservas, de recetas recuperadas
de un viejo arcón
dónde una abuela atesoraba su sayo y faltriquera.
A brasero en una mesa camilla
cubierta con hule
hogaza de pan, torreznos y pringá de matanza.
Remotos aromas
añejos como vinos
que ningún perfumista
lograría descubrir la fórmula secreta
goteada en matraz.