OS DIJE QUE EXISTÍAN LOS NIÑOS PARANOICOS
que provocan al sueño con sus risas,
que existían las brujas, los dragones
y los hermosos príncipes
que un día, de pronto, nos visitan
con las manos salidas de los cuentos
tendiéndose a nosotros.
Os dije que existían –¿os lo dije?–
los desvanes repletos de disfraces,
el milagro del cisne y la paloma,
y el reino del revés,
y los peces que hablan,
y una casa de chocolate entera
enterrada en un bosque de corales…
… y un destino inefable
que nos roba la fe
en algún momento de la infancia
para dejar de inventarnos duenderías
y ser por fin
ridículos mayores
que ya no creen en nada.