después
te ruego que no riegues mi árbol de jade.
déjalo estar, déjalo morirse.
¿no ves que están muertas también la hierbaluisa
y la de la izquierda, esa mierda que no tiene nombre?
y con desgana desde el sofá las observo,
solo el enhiesto cactus sobreviviendo a todo lo que acontece,
al jardín en sombra, cegando mi sombra
¿desde fuera se percibirá en mí esa presencia,
se atisbarán esas inevitables espinas que me proporcionan
un radio de ningún centímetro de seguridad?
y aun así, aunque no quiero que toques mis plantas,
la respuesta es sí