
Hogar
aún no se ha hecho a sí mismo. permanece en un exilio inconclusivo, refugiado en los moteles, atrincherado de alquiler.
se habita,
deshace las maletas y se descompone
en el interior de un endriago de arterias de neón.
anhela el aire que respira en un celibato etílico,
y se cubre de herrumbre su piel
mientras el mundo llega a su fin y deja escrita
en cada latir una poesía sistólica.