CIUDADES
Las ciudades me hablan
en cada baldosa que piso.
Son mudas y silentes también
cuando me acompañan
por los adoquines de sus calles.
Las ciudades me escuchan
cuando las recorro y las miro,
cuando sus edificios saludan
desde sus balcones generosos,
luciendo una sonrisa
por fachadas sin lustre.
Las ciudades me protegen
porque conocen mis pasos nocturnos
y la soledad de cada mañana.
Saben de mis amores y desdichas
y saben lo que pienso
en cada rincón de sus entrañas.
Son las ciudades amigas
de mis momentos y etapas,
de mi devenir por el mundo.
Y las recordaré siempre
porque es justo agradecimiento
para quienes nos acoge.