ARCO DE LA VICTORIA DESDE EL FARO DE MONCLOA
Desde lo alto de un faro inútil
mi alma arrojé al vacío.
Lo que los cuervos no despedazaron,
lo que no se llevaron las urracas
ni las gaviotas a los vertederos,
quedó para los perros; lo demás
buscadlo bajo el arco ignominioso.
Allí, entre los cimientos,
en las hondas raíces de la infamia,
bajo los pies de una cuadriga atroz,
está enterrado.
Lo que quedó de mí
camina entre los vivos.
E igual que Lázaro, también sin alma.