TOLEDO ERA UNA JOYA DE LUTO EN LOS POMARES
Eran los meses vecinos de la calavera,
los meses en que la luna enciende los serrallos,
el favorable impulso de los astros fugaces
que someten a Alá la voluntad de los hombres.
Galopan los caballos con las crines bien sueltas,
salvajes y bellos por donde brota el impulso,
entrenados en las artes de la incursión y la aceifa
para obtener la riqueza que a la victoria conduce.
Eran los meses de los ardides cautos
y Toledo, Toledo con sus joyas secretas,
era la meta enlutada sobre la vega del Tajo.
¡Perseguid, perseguid, perseguidlos…
a los habitantes que de la ciudad huyeron
y se llevaron cuanto pudieron con ellos…!
…los cubiertos de plata, los anillos de oro
que el profeta descarta en dedos de varones,
el ópalo y el diamante en el joyel escondido
con los que las mujeres ornamentan su cuerpo,
el cutis nacarado, la flor en la mejilla,
los baños del harén, secretos para el hombre,
la voz privilegiada de las narradoras de cuentos,
y las voces de flauta que entonan melodías.
Además del vino, el vino proscrito y agradable,
el néctar suave que mejora las maneras del dátil,
el vino que acompaña las mieles de la almendra,
vedado a mi pesar
por los sabios ulemas cordobeses.
Así será Toledo, amigos, así lo imaginamos
como morada del islam, con la soberanía
del Comendador de los creyentes, el más elevado
jardín del paraíso, la ajorca de esta tierra,
pues si así lo hemos soñado, así será Toledo,
una joya enterrada entre pomares y olivos