Un hallazgo feliz
Vivía la noche un sueño largo. Cada atardecer acercaba su pelo, su sensualidad, al borde marino, esperando. Llegaban a ella navegantes de todos los mares y de todos los cielos. La sonrisa era la palabra oficial y la risa la llave que abría las puertas de la lucha por la vida. Sin embargo, en su existencia hay algo que añora vivamente y que le gustaría volver a disfrutar. Allí, en el borde del palacio que mira al mar, junto a un foso de agua, muchas noches escuchó de su mentor multitud de cuentos, a cuál más bello, pero a veces a cuál más real y cruento. Cuentos que también decían que el amor se alejaba o estaba cerca.