EL REGALO
No es caminar, ni es mirar.
No son los pies ni los ojos.
Es sujetar lo que ves con un lazo fuerte.
Y tensar hasta que duele
y estirar y apretar
hasta que viene la sangre
en oleadas…
y las palabras se tiran por los balcones abiertos
de tu alma.
Y es soltarlo después,
liberarlo de la esclavitud del corazón egoísta,
regalarlo al viento
de oídos ajenos,
de mentes ajenas,
de almas ajenas.
Deshacer el nudo
y descansar.