LOS BUSCAVIDAS
Los buscavidas salen en busca
de incautos para que se les haga amena
esta vida de sobresaltos,
los buscavidas salen en busca
de pringados para que tal vez la cena
los deje tal vez saciados,
hace tiempo no comen caliente,
hace tiempo que disimulan algo,
hace tiempo que han aprendido
a ser consigo consecuentes;
su picardía siembra un No a cada paso,
padecen la ignorante fiebre
del dinero fácil y demasiado rápido,
sufren de olvido, tienen olfato,
viven de la sopa boba frecuente,
patean las calles de cabo a rabo,
viven del día a día que les precede,
viven anticipando el crack y el colapso.
De la crisis viven los inteligentes
y los buscavidas viven del milagro,
la cocaína les pudre sus dientes
y son huida que busca su atajo,
los buscavidas salen en busca
de perros flacos con agasajo,
de banquete con entremeses
de titirimundis y de espantajos,
del ego patrio de los feligreses
de la parroquia ilusa del parroquiano,
de los impíos y los penitentes,
de los lame-pilas y los porfiados,
del cuento de los panes y los peces;
pasan bayeta lustrando oro en paño,
los buscavidas confían muy poco
de primos que ya han engañado,
los buscavidas componen su rostro
de ángeles píos y de eunucos santos,
usan la artimaña, la pose, el colmo,
usan verbigracia y artefacto,
los buscavidas no conocen la culpa
por que su desayuno todavía es fiado,
la culpa, es una incómoda prostituta,
es mejor no preocuparse ni un gramo;
tratan de dormir sobre el colchón
de miles de incautos estupefactos,
hasta que el día del fango descubran
que hacen de este mundo un asco,
la muerte sonriente los saluda,
los saluda Miguel, los saluda Paco,
los saluda el cura y el iletrado,
los saluda Fidel, Pepe Luis, Baldo,
los saluda la banca y el contrabando,
los saluda también quien nunca
antes lo hubiera jamás saludado,
los saluda la gangrena, la purga,
los saluda el trago y el café migado;
tragan también, tragan disputa,
tragan del rédito en un momento dado,
momento de cien, de unos cuantos,
se empapan de máscara y simulacro.
Los buscavidas viven de la duda,
se amparan en el cuento chino
que creemos desde antaño.
Viven del trapicheo, de la cunda,
se comen la espiga del pan diario.
Hacen arte de la treta y la disculpa.
Ignoran hiel. No pueden caer más bajo.