TAN DIFERENTE
Se entrega a mí tu respiración serena,
el bamboleo agudo de tu pecho.
Se abre a mí como una vagina abundante
que da vida y se desgarra, o como algo más sagrado
a lo que no logro dar forma
con torpes, como son, mis palabras.
Me sorprendo complacida
de lo acostumbrada que estoy ya a tus susurros.
Al ronquido aniñado que tu garganta emana,
al insistente ruido de los dientes: a veces pareces
un pájaro carpintero
o me transporta tu bruxismo hasta el sonido de la abuela
despojando de su cáscara a las nueces.
Te he visto ya de esta forma tantas noches
que eres más humana ya que el resto.
Más real que algunos amores
imaginarios que tuve y más
imaginaria, más onírica, que algunas fantasías
que me invaden.
Te acercas, dormida, a mi regazo.
Eres hija y madre. Eres cierta. Y lo sé porque dormida
reconozco en ti lo que la vigilia esconde
y tu olor tan diferente al del perfume.